El remoto pasado

Siempre llegamos tarde a la vida de los demás, pero también nos incorporamos con retraso a nuestra propia existencia. Se habla mucho de la extrañeza que a veces causan esas fotografías en las que nuestros padres, nuestros abuelos, nuestras novias, posan sonrientes en un tiempo muy anterior a aquél en el que nosotros nos incorporamos a su rutina, felices y despreocupados a pesar de nuestra ausencia. Tendemos a asociar nuestra aparición con el comienzo de las cosas, y por eso en la infancia nos sorprende descubrir que las personas que nos rodean no fueron siempre como son en el momento en que empezaron a acompañarnos, que ellas también tuvieron un pasado y que en ese pasado nosotros no contábamos por la sencilla razón de que no estábamos en él ni se nos esperaba, todavía, en el futuro. Son vestigios de un tiempo sin nosotros que nos resulta inaprensible y que a menudo observamos con una cierta suspicacia, como si lo que en él aconteció no hubiera servido de mucho o, en cualquier caso, fuese mucho menos valioso que todo lo que vino después, cuando nos erigimos en realidad tangible. Pero existe, aún así, otro tiempo más difuso e impreciso: un tiempo en el que nosotros sí estuvimos sin percatarnos –sin tener aún plena conciencia de ser ni de estar–, un tiempo del que no albergamos memoria alguna y cuyo relato sólo podemos construir partiendo de lo que cuentan aquellos que sí lo vivieron con todas las consecuencias y nos acompañaron sin que llegáramos a advertirlo.

Hace unos meses conté cómo el azar me había llevado hasta el pueblo donde pasé mis primeros meses de vida y al que nunca había vuelto desde entonces. Fue aquélla una parada rápida en mitad de un viaje mucho más largo, el tiempo justo para tomar un café y subir de nuevo al coche, en la que me limité a constatar el desconocimiento mutuo que se abría entre aquel lugar y yo. Hace dos días, la casualidad volvió a conducirme hasta sus calles, esta vez con algo más de tiempo, y quise perder unos minutos buscando el emplazamiento exacto en el que se levantaba la que una vez fue mi casa. No tenía la más mínima noción de su apariencia: me mudé allí con mis padres cuando contaba unos pocos meses de edad y la  abandoné antes de cumplir el año; tampoco sabía bien hacia qué parte del pueblo dirigirme. Fue mi madre quien, a través del móvil, me facilitó las señas oportunas para llegar hasta sus puertas. En aquellos tiempos, hablo del año 1980, era un bloque de pisos que el Gobierno ponía a disposición de los maestros destinados a impartir clases en la escuela anexa. Hoy, tanto esas viviendas como las instalaciones del propio colegio acogen el cuartel de la Guardia Civil en la zona. Cuando al fin me vi ante aquella construcción desabrigada y fea, permanecí unos minutos buscando algún resquicio de mí mismo en aquel rincón del que nada recordaba y que nada podía decirme. Extravié mi mirada por el paisaje de los alrededores por si algún detalle daba pie a cierto tipo de epifanía, pero sólo constaté que ni siquiera nuestra propia vida nos pertenece del todo porque hay en ella tramos que otros viven por nosotros, fragmentos de los que apenas queda otra noción que la que dejan las viejas fotografías que nos sacaron y que observamos al cabo del tiempo como si el niño que aparece en ellas no tuviese en realidad nada que ver con nosotros. Nada queda en aquel lugar de mi presencia, como tampoco queda nada en mí de aquel lugar, tan extraño como lo puede ser cualquier pueblo anclado a orillas de una carretera que une un origen y un destino reconocibles, tan ajeno como un hogar que pertenece a otro y en el que uno sólo puede jugar el papel de simple huésped. Siempre llegamos tarde a la vida de los demás, pero también nos incorporamos con retraso a nuestra propia existencia, porque cuando tomamos posesión de ella ya tenemos detrás un pasado remoto que no obstaculiza ni interpela, pero que se agazapa a la espera de una oportunidad para mostrarse y recordarnos que hay una parte de nosotros a la que ni siquiera podrá llegar nunca el consuelo redentor de la memoria.

la foto (32)

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