Despertando de la siesta

Ahora que se cumplen 130 años de la publicación de su primera parte, cabe decir que La Regenta continúa siendo la referencia por antonomasia cada vez que se aborda el tema de Oviedo y sus sucesivos reflejos literarios. Lo cierto es que, durante mucho tiempo, la obra de Clarín pesó como una losa sobre quienes llegaron tras él e intentaron convertir en materia literaria la ciudad que le había inspirado, y acaso fue esa influencia la que llevó a Ramón Pérez de Ayala a camuflar la presencia de la capital asturiana bajo el topónimo ficticio de Pilares en su novela Tigre Juan o la que empujó a Dolores Medio a comenzar Nosotros, los Rivero aseverando que «Oviedo es una ciudad dormida», en inequívoco guiño a la heroica urbe que echa la siesta en la primera línea de la monumental cosmogonía clariniana. Ambas son obras, a su modo, costumbristas, por más que Pérez de Ayala guste de vestir la cotidianeidad con ribetes clasicistas, e hijas de sus respectivas épocas, algo que se hace patente en la obra de Medio y en su ineludible parentesco con títulos tan paradigmáticos como Nada, de Carmen Laforet, o Entre visillos, de Carmen Martín Gaite.

En general, las obras de ficción que han ubicado sus tramas en el callejero ovetense no han dejado de situar a éste como el epítome de lo provinciano. Así sucede en Cerca de Oviedo, de Francisco García Pavón, o Los años indecisos, de Gonzalo Torrente Ballester, novelas ambas de corte memorialístico. Eludiendo piadosamente los best-sellers surgidos al calor de la leyenda del Santo Sudario, así como la breve mención que hace Dan  Brown en El código Da Vinci, hay que tener en cuenta la brillante excursión histórica de Fulgencio Argüelles en Los clamores de la tierra y las desengañadas nocturnidades de Tino Pertierra en ¿Acaso mentías cuando dijiste que me amabas?. Asimismo, conviene prestar especial atención a Jugadores de billar, una espléndida narración de José Avello que acaso constituya la gran novela ovetense de la contemporaneidad y en la que un grupo de amigos exploran las vicisitudes sociales y políticas de una ciudad que, por fortuna, ha tenido quién narre el despertar de su letargo milenario.

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