Despedida a Juan Gelman

Los azares del destino son tan inescrutables como caprichosos. Escribía aquí hace unos días sobre Ángel González a propósito del sexto aniversario de su muerte y me desayuno hoy con la noticia del fallecimiento de Juan Gelman, ese argentino que fue un ejemplo por su obra, pero también por su vida entregada a denunciar y atacar los desmanes de unos años en los que a muchos les mataron muchas cosas y a él le dejaron sin su sangre. La casualidad se acentúa al pensar que hace unos cuantos años tuve la oportunidad de verlos a los dos juntos y la perdí. Fue en Gijón, en la Semana Negra, en circunstancias que relató de manera espléndida Ángel de la Calle en una pequeña historieta que dibujó precisamente a raíz de la muerte de su tocayo ovetense.

Siempre tuve la esperanza de que, en algún año de éstos, Gelman apareciese de nuevo por mis proximidades. Me apetecía escuchar en directo sus versos pronunciados por esa voz lacónica de abuelo desencantado. Me apetece ahora despedirlo con uno de mis poemas preferidos de entre todos los que escribió. Se titula «Preguntas».

Ya que navegas por mi sangre
y conoces mis límites,
y me despiertas en la mitad del día
para acostarme en tu recuerdo
y eres furia de mi paciencia para mí,
dime qué diablos hago,
por qué te necesito,
quién eres, muda, sola, recorriéndome,
razón de mi pasión,
por qué quiero llenarte solamente de mí
y abarcarte, acabarte,
mezclarme en tus cabellos
y eres única patria
contra las bestias del olvido.

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