De niño me gustaba mucho un poema de Gerardo Diego que aparecía en el libro de Lengua de 7º de EGB. Se titulaba «Brindis» y el poeta aprovechaba sus versos para despedirse de los amigos ante el inminente traslado al que iba a ser su primer destino como docente. Me ha venido a la cabeza varias veces en estos últimos días del año, que son también jornadas de brindis, aunque en este caso tengan más que ver con los reencuentros que con las despedidas, por más que éstas vayan a llegar enseguida y conviertan las breves coincidencias que se dan en estas fechas en efímeras rememoraciones de una dicha compartida que ya nunca volverá a darse tal y como la conocimos.
Suelen ser éstos tiempos propicios para saber de los viejos amigos, para conocer cómo les van las cosas y qué esperan del futuro, para comprobar qué cambios ha habido en sus vidas y, a partir de ellos, evaluar mejor los que han sucedido en la nuestra. Dani tuvo hace unos meses a su primera hija, Carmen. Vino a presentárnosla y nos alegró comprobar que la niña se parece mucho a su padre, como si en sus rizos revoltosos y en las miradas curiosas que nos iba dirigiendo reconociésemos algo de lo que un día perteneció a su padre. Es el primero de la pandilla que trae descendencia, pero dejará pronto de ser el único: Víctor tendrá a su primer hijo en febrero. Se llamará Marino, ya abulta considerablemente en la barriga de su madre, Mayra, y la noticia de su nacimiento viene a ser un buen presagio para este año que empieza. Alfonso sigue como siempre, que no es poco, y Raúl anda yendo y viniendo, repartiéndose como puede entre su trabajo y los suyos. Acabo de hablar por teléfono con Pablo, cuyo abuelo murió hace unos días, y hemos quedado en aprovechar la víspera de Reyes para tomar juntos uno de esos cafés para los que nunca conseguimos encontrar tiempo en la rutina hostil de nuestros calendarios. Supongo que lo mejor que tienen estas citas, a veces apresuradas, es que nos anuncian que, pese a todo, la vida sigue, y que nos reconforta constatar que, pese a los inevitables alejamientos, hay gente que nunca deja de estar presente en nuestras cercanías.