En mi recuerdo, Amparo Rivelles será siempre doña Paula porque yo supe por primera vez de ella cuando interpretó a ese personaje en la serie que el cineasta Fernando Méndez-Leite realizó sobre La Regenta para Televisión Española. Cuando, unos años más tarde, leí la novela de Clarín, me resultó imposible imaginarme a la avariciosa y temible madre del magistral Fermín de Pas con otro rostro que no fuera el suyo. La vi después inmiscuida en otras tramas (Los gozos y las sombras, Esquilache, Hay que deshacer la casa), pero siempre terminaba identificándola como la anciana sin escrúpulos que estaba al tanto de todas las maledicencias de Vetusta y hacía lo posible para proteger las ambiciones de su vástago frente a los obstáculos que, uno tras otro, le iban dejando al paso sus enemigos. Ahora que se ha muerto, puede que la Rivelles se haya fundido para siempre con los seres que tomaron cuerpo gracias a ella, en el lado donde habita todo lo que seguirá siendo aunque no sea. En ese territorio impreciso en el que encuentran su morada los fantasmas y los sueños.
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Miguel Barrero (Oviedo, 1980) ha publicado las novelas Espejo (premio Asturias Joven; KRK Ediciones, 2005), La vuelta a casa (KRK Ediciones, 2007), Los últimos días de Michi Panero (premio Juan Pablo Forner; DVD Ediciones, 2008), La existencia de Dios (Trea, 2012), Camposanto en Collioure (Prix International de Littérature de la Fondation Antonio Machado; Trea, 2015) y El rinoceronte y el poeta (Alianza, 2017). También es autor de los ensayos Las tierras del fin del mundo (Trea, 2016) y La tinta del calamar (Trea, 2016; premio Rodolfo Walsh 2017). Codirigió el documental La estancia vacía (2007).